AVEIRO 🇵🇹

"Aveiro, la Venecia de Portugal, donde los canales y los coloridos moliceiros dibujan un paseo lleno de encanto".

Nada más llegar a Aveiro entendimos por qué la llaman “la Venecia de Portugal”. Los canales, los coloridos moliceiros (esas barcas alargadas decoradas con dibujos y frases ingeniosas), y el ambiente tranquilo que se respira en sus calles hacen que uno se sienta dentro de una postal.

Llegamos a ella en tren y recorrimos la ciudad a pie. El centro es pequeño y encantador, lleno de fachadas modernistas y azulejos que parecen contar historias. Pasear por la Rua João Mendonça o la Praça do Peixe es un placer: cafeterías, tiendas con encanto y el murmullo del agua que acompaña cada paso.

 

Una de las experiencias más típicas (y que recomendamos sin dudar) es el paseo en moliceiro. Dura unos 45 minutos y recorre los principales canales, pasando por los antiguos almacenes de sal, los puentes más fotogénicos y los barrios pesqueros. Los barqueros suelen contar anécdotas divertidas y curiosidades sobre la ciudad.

Un dato interesante: los moliceiros servían originalmente para recolectar moliço, una planta marina que se usaba como fertilizante natural. Hoy, son uno de los símbolos más bonitos de Aveiro.

A las afueras, visitamos las salinas de Aveiro, donde aún se produce la sal de forma tradicional. Es un lugar fascinante, sobre todo al atardecer, cuando los montones blancos se tiñen de tonos rosados. Algunas salinas ofrecen visitas guiadas y hasta baños en agua salada. ¡Una experiencia diferente!

 

🏖️ Costa Nova y sus casitas de colores

A 10 minutos en bus está Costa Nova, un lugar de ensueño con sus casas rayadas de colores que parecen sacadas de un cuento. Antiguamente eran cobertizos de pescadores, y hoy son uno de los rincones más fotogénicos de Portugal. Dimos un paseo por la playa y disfrutamos de una comida frente al mar: pescado fresco, arroz de marisco y vino verde.

Aveiro nos dejó esa sensación tan bonita de los lugares que no necesitan grandes monumentos para enamorar: basta con su luz, su calma y sus pequeños detalles.

Entre paseos en moliceiro, el aroma de los ovos moles y las casitas de colores de Costa Nova, sentimos que habíamos descubierto una versión más íntima y auténtica de Portugal.