PUEBLOS BARCELONA
"En los pueblos de Barcelona descubrimos calles con historia, plazas con encanto y gastronomía auténtica.”
COSTA SUR
GARRAF
“Garraf, un pequeño paraíso entre acantilados y mar”
Vale, lo sabemos: Barcelona ciudad tiene playa, modernismo, tapas y postureo a raudales. Pero hoy queremos llevarte a descubrir su lado más rural, más tranquilo y más de “qué bien se está aquí sin ruido ni semáforos”. Te proponemos una ruta por los pueblos con encanto, ideales para una escapada de fin de semana o para huir de la civilización sin renunciar al buen comer. ¿Te vienes?
La Platja de Garraf es pequeña, recogida y preciosa. Arena fina, agua tranquila y un entorno de película. Lo que más llama la atención son las casetas verdes y blancas de pescadores alineadas en la arena. ¡Son súper fotogénicas!
El núcleo urbano es muy pequeño, pero tiene su encanto: casas antiguas, una estación de tren retro total y algunas villas modernistas escondidas entre vegetación mediterránea.
SITGES
“Calles blancas, mar azul y un ambiente único: así es Sitges”
Si Garraf es el secreto bien guardado, Sitges es el pueblo que ya se ha hecho famoso… ¡y con razón! A solo 40 minutos de Barcelona, este lugar tiene de todo: playas para todos los gustos, casitas blancas, calles con historia, ambiente bohemio y una vida cultural que no descansa ni un solo mes del año.
Celebra un montón de eventos multitudinarios. Entre ellos
- 🎉Carnaval
- 🌈 Sitges pride
- 🎆fiesta mayor
- El rally de coches antiguos
- Festival de cine 🎬 fantástico.
- Corpus Cristi 🌸🌺🌷
Lo primero que te enamora de Sitges es su casco antiguo, con calles estrechas, casas blancas con buganvillas y balcones de hierro forjado. Cada rincón parece sacado de una postal.
Empieza tu visita por el Casco Antiguo, donde el blanco de las fachadas se mezcla con el azul del cielo y el mar. Aquí te encontrarás con el Museu Cau Ferrat, antigua casa-taller del artista Santiago Rusiñol, que convirtió Sitges en refugio de artistas y modernistas. El interior es un espectáculo: hierro forjado, vidrieras, azulejos, pinturas… y ¡hasta obras de El Greco!
Justo al lado está el Museu Maricel, con vistas increíbles al Mediterráneo y una colección que recorre desde arte medieval hasta escultura modernista.
No puedes marcharte sin hacer la típica foto frente a la Iglesia de Sant Bartomeu i Santa Tecla, en lo alto de una escalinata que mira al mar. De día brilla con el sol, y al atardecer se tiñe de rosa mientras las olas rompen abajo. Uno de esos lugares donde el tiempo se detiene unos minutos.
Sitges tiene 17 playas, desde familiares hasta nudistas. Algunas imperdibles:
- Platja de Sant Sebastià: tranquila y con ambiente local.
- Platja de la Ribera: céntrica y animada, ideal para tumbarse y ver pasar la vida.
- Cala Morisca (en las afueras): más salvaje, entre acantilados, perfecta si buscas algo más íntimo.
Si eres fan de la arquitectura, date una vuelta por el Passeig de la Ribera y entra al barrio del Vinyet. Allí descubrirás villas modernistas que parecen sacadas de una novela.
Y si al caer la noche aún nos quedan energías (que siempre nos quedan…), no podemos irnos sin pasear por la mítica Calle del Pecado. Su verdadero nombre es Carrer Primer de Maig, pero todo el mundo la conoce así. Aquí las luces de neón, los bares de copas y el ambiente festivo lo inundan todo. Es un lugar donde la noche siempre está en marcha, perfecto para tomar algo, escuchar música en directo o simplemente dejarse llevar por el buen rollo.
Cuando queremos alejarnos un poco del bullicio del centro, caminamos hasta el Puerto de Aiguadolç, una zona que combina la elegancia de los yates con el encanto mediterráneo. El paseo hasta allí, bordeando el mar, ya es una maravilla, especialmente al atardecer.
Una vez en el puerto, nos gusta perdernos entre los barquitos y elegir algún restaurante para cenar frente al agua. Hay opciones para todos los gustos: desde cocina marinera hasta locales más modernos con terraza y copas. Es el lugar perfecto para cerrar el día con tranquilidad, viendo cómo las luces se reflejan en el agua mientras cae la noche sobre Sitges.
Sitges es mar, es arte, es vida. Y siempre, siempre, nos deja con ganas de volver.
VILANOVA Y LA GELTRÚ
“Un lugar donde el pasado pesquero se une a la vida alegre de la costa catalana”
Siempre que llegamos, empezamos por la Rambla Principal, una de las más largas de Cataluña. Es un paseo agradable, con árboles, tiendas de barrio, heladerías artesanas y terrazas donde parar a tomar algo. Bajando hacia el mar, nos vamos acercando a su paseo marítimo, amplio y tranquilo, ideal para caminar sin prisa.
Y de repente, ahí está: la playa. Ancha, limpia, con arena fina y espacio para todos. Nada de agobios ni de sombrillas apretadas. Solo mar, brisa y tiempo.
En Vilanova el puerto no es solo decorado, es parte de la vida del pueblo. Aquí siguen llegando barcos de pesca cada mañana, y eso se nota en los restaurantes del muelle, donde el pescado y el marisco son de verdad.
Nos encanta sentarnos en una terracita frente al mar, pedir unas tapas de pescado fresco y ver cómo cae la tarde mientras los barcos se mecen con calma.
Vilanova también tiene su lado cultural, y vale mucho la pena explorarlo. Una visita curiosa es el Museu del Ferrocarril, que guarda locomotoras antiguas que parecen sacadas de una película.
Después de pasear por la rambla, siempre acabamos en el verdadero corazón de Vilanova: la Plaça de la Vila. Es una plaza porticada, amplia, elegante y con una simetría que sorprende. Aquí está el Ayuntamiento, con su fachada neoclásica imponente, y alrededor, terrazas donde sentarse a tomar algo y ver la vida pasar. Si hay sol (y casi siempre lo hay), las mesas se llenan de familias, vecinos, turistas y algún que otro músico callejero.
A un paso de la plaza, se alza la Iglesia de Sant Antoni Abat, la parroquia principal de Vilanova. Su fachada robusta de piedra contrasta con su interior más sobrio, pero tiene algo especial: un aire de calma, de pueblo con historia.
Esta zona del casco antiguo tiene un encanto diferente: menos turístico, más pausado, lleno de rincones con historia que cuentan la vida cotidiana de una ciudad que ha crecido sin perder su alma.
Vilanova i la Geltrú es esa escapada que siempre apetece. Un lugar sin filtros, auténtico, donde se come bien, se vive mejor y el mar siempre está cerca. No tiene la fama de otras localidades vecinas, y precisamente por eso… nos gusta tanto.
COSTA NORTE
La costa norte de Barcelona es como una colección de pequeños mundos con sabor a sal, donde cada pueblo tiene su propio ritmo, sus calas escondidas y su historia.
De esta zona nos queda por explorar y os lo iremos contando.
Ya que son pueblos más tranquilos, y menos bullicios con sabor a mar en calma.
INTERIOR
La provincia de Barcelona no es solo costa y ciudad: su interior está lleno de pueblos con encanto, historia, paisajes rurales, castillos, viñedos y calles de piedra que invitan a perderse.
MURA
“Un rincón escondido de Cataluña que respira autenticidad”
Pasear por Mura es como viajar al pasado. Todo está perfectamente conservado: los tejados rojizos, los muros centenarios, los rincones escondidos que nos sorprenden sin buscarlos. A cada paso, nos daban ganas de parar, respirar hondo y simplemente mirar.
Y como no puede faltar en cualquier escapada, comimos de maravilla. En Mura hay varias masías y restaurantes donde probar cocina catalana auténtica: escudella, canelones, butifarras, setas, pan con tomate… Todo con sabor de verdad y servido con mimo.
Un día perfecto si buscar tradición y senderismo.
TALAMANCA
“Talamanca, un pequeño pueblo con alma medieval y vistas infinitas”
En Talamanca no hay prisa ni grandes monumentos, pero sí una atmósfera que lo hace especial. Es de esos lugares donde uno pasea en silencio, escucha los pájaros, el viento, los propios pasos sobre el suelo antiguo.
El pueblo es pequeño, pero cada rincón tiene algo que contar. El Castell de Talamanca, en lo alto, preside la colina con una elegancia sobria. Hoy en día está restaurado, y aunque no siempre se puede visitar por dentro, solo su silueta ya vale la pena. Desde allí arriba, las vistas al Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac son una maravilla: montañas suaves, campos, y un horizonte limpio.
RUPIT
“Rupit, un pueblo medieval suspendido entre montañas y ríos”
Todo el mundo nos decía que era uno de los pueblos más bonitos de Cataluña. Y si damos fe.
Lo primero que hicimos fue cruzar su famoso puente colgante. Crujía un poco al pisar, y eso le daba más emoción. Al otro lado, el casco antiguo se abría como un decorado medieval: calles estrechas, escaleras de piedra, balcones llenos de flores, fachadas centenarias… Todo parecía detenido en el tiempo, pero sin ser artificial. Aquí la belleza es real, cotidiana, sincera.
¡Ah, los croissants de Rupit! Si ya el pueblo nos había conquistado con su encanto medieval y su aire de montaña, sus croissants terminaron de enamorarnos.
En cuanto llegamos, alguien nos dijo: “Antes de irte, prueba los croissants. No te arrepentirás”. Y, claro, no esperamos al final: fuimos directos a la pastelería.
Desde allí puedes acercarte al Salt de Sallent, un salto de agua impresionante, sobre todo si ha llovido los días previos. El camino hasta allí es fácil y precioso, lleno de naturaleza.
CASTELLAR DE N'HUG
“Caminos, ríos y paisajes que enamoran en Castellar de n’Hug”
Castellar de n’Hug es uno de esos pueblos donde el camino ya vale la pena, pero llegar es aún mejor. Situado a más de 1.400 metros de altitud, en el límite con el Berguedà y el Ripollès, este pequeño rincón de piedra y cielo nos regaló una de las escapadas más memorables.
Lo primero que nos impactó fue el entorno: montañas verdes, acantilados, bosques y cielo abierto. Y en medio de todo eso, el pueblo, perfectamente conservado, con casas de piedra, tejados rojizos, flores en las ventanas y calles empinadas que parecen sacadas de una postal del Pirineo catalán.
Uno de los momentos más especiales fue el paseo hasta las Fonts del Llobregat, el lugar donde nace este gran río que cruza toda Cataluña. El camino es corto, fácil y precioso, rodeado de árboles, musgo y el sonido constante del agua. Al llegar, el espectáculo es sorprendente: una cascada surge de la roca con una fuerza tremenda, sobre todo en primavera. Es imposible no quedarse un rato allí, empapándose de ese paisaje.
De vuelta en el pueblo, nos sorprendió el ambiente auténtico: restaurantes que huelen a olla, panaderías con hornos antiguos y muchas tiendas donde probar productos de la zona, como queso de vaca, embutidos caseros y galletas artesanas, y croissants gigantes.
LA POBLA DE LILLET
“Calles, jardines y ríos que nos conquistan en La Pobla de Lillet”
Un poco más abajo, puedes parar en este pueblo. Para ver los jardines Artigues. No sabíamos que Gaudí había dejado huella por aquí, y descubrir estos jardines fue como entrar en un sueño naturalista. Pasarelas de piedra, esculturas integradas en la roca, agua por todas partes y una armonía total con el entorno. Los diseñó para los trabajadores de la antigua fábrica de cemento Asland, y conservan ese aire mágico que tienen muchas de sus obras. Es pequeño, pero precioso.
También puedes hacer un recorrido con el Tren del Ciment, un pequeño ferrocarril turístico que te lleva por un recorrido encantador entre bosques y montañas. Pero en esta ocasión no subimos.
CARDONA
“Cardona, un viaje al pasado entre castillos y minas de sal”
De todos los pueblos que hemos visitado en el interior de Cataluña, Cardona es uno de los que más nos ha impresionado. Y no solo por su castillo, que ya se ve imponente desde la carretera, sino por esa mezcla de historia medieval, paisaje natural y curiosidades que no se olvidan.
Subimos al Castillo de Cardona, uno de los más espectaculares de toda la península. Nos sentimos diminutos al entrar en sus murallas, rodeados de siglos de historia. Allí arriba, la vista es infinita: montañas, valles y el río Cardener serpenteando a lo lejos.
El castillo es enorme, y alberga una joya única: la Colegiata de Sant Vicenç, una iglesia románica que nos dejó sin palabras. Caminar por sus pasillos de piedra, imaginar la vida en la Edad Media, y asomarnos a las torres fue como viajar en el tiempo. Además, el castillo es ahora un parador, así que sí: puedes dormir dentro de la fortaleza, y despertarte con vistas a todo el valle.
Nos quedan pendientes visitar la muntanta de Sal, que seguro nos llevan a ella en breve.
VIC
“Vic nos invita a pasear por siglos de patrimonio y tradición”
Habíamos oído hablar de Vic por su famosa plaza, sus embutidos y su historia medieval… pero lo que encontramos fue mucho más que eso.
Lo primero que hicimos, como todo el mundo, fue dirigirnos a la Plaça Major. Y sí: impresiona. Una explanada enorme, porticada, con una mezcla de estilos arquitectónicos y un aire vivo. Fuimos en Navidad, a ver su mercado navideño, y se respiraba ese ambiente de pueblo grande donde todo pasa en la plaza. Tomamos un café en una terraza bajo los arcos
Después, nos perdimos por el casco antiguo. Calles estrechas, edificios señoriales, pequeñas plazas con encanto y muchas sorpresas: la muralla romana, la catedral de Sant Pere con su campanario y sus murales de Sert, el Templo Romà escondido entre edificios más modernos… Cada rincón nos hablaba de un pasado que sigue muy presente.
No cojea de probar su producto estrella "El fuet".
PANTANO DE SAU
“Pantano de Sau, un lago que refleja montañas y cielo”
El Pantano de Sau no es solo bonito: tiene una historia potente. Bajo esas aguas duerme un pueblo entero, y eso le da un aire misterioso que no se olvida fácilmente. A veces, los lugares no necesitan palabras: solo estar allí, respirar hondo y mirar.
Desde el mirador que hay antes de bajar al pantano, la vista es impresionante: el embalse se extiende entre montañas rojizas, con los imponentes Cingles de Tavertet al fondo y ese campanario que parece flotar sobre el agua. La imagen es de postal.
Cuando el nivel del agua está bajo, incluso se pueden ver los restos del antiguo pueblo de Sau, que fue inundado en los años 60.
Hay zonas tranquilas con mesas, sombra y vistas espectaculares, ideales para desconectar. Incluso vimos gente pescando o simplemente tumbada al sol con un libro. La visita vale mucho la pena.
TAVERTET
“Tavertet, un mirador sobre acantilados y valles que quitan el aliento”
Es un pequeño pueblo encaramado a un acantilado que parece colgado entre el cielo y la tierra.
Tavertet tiene menos de cien casas, todas de piedra, con tejados de teja rojiza y jardincitos cuidados con mimo. Paseamos por sus calles sin nombres, sin tráfico, sin ruido.
Lo más espectacular de Tavertet está al borde del pueblo: los cingles, unos acantilados impresionantes que caen a pico sobre el pantano de Sau y el valle del Ter.
Subir hasta aquí vale sin duda mucho la pena.
GIRONELLA
“Gironella nos invita a pasear y disfrutar de su encanto rural”
Gironella es una parada perfecta si estás explorando el Berguedà! Tiene el encanto de los pueblos pequeños con historia.
Nada más llegar, cruzamos el puente medieval sobre el Llobregat, uno de los símbolos del pueblo. Desde allí ya se puede ver la imagen más bonita de Gironella: las casas colgando sobre el río, una postal perfecta que parece sacada de un cuento.
El casco antiguo de Gironella es pequeño pero muy acogedor. Calles estrechas, casas de piedra, placitas donde apetece sentarse a tomar algo… Subimos hasta lo que queda del castillo, del que ahora solo se conservan restos, pero desde donde se tienen unas vistas preciosas del pueblo y el valle.
SANT MIQUEL DEL FAI
“Sant Miquel del Fai, un monasterio suspendido entre rocas y cascadas”
Uno de los lugares más sorprendentes que hemos visitado en el interior de Cataluña es Sant Miquel del Fai. No es un pueblo, ni un parque natural al uso: es una mezcla de monasterio colgado de la roca, grutas, cascadas y vistas de vértigo
Lo más increíble es el monasterio de Sant Miquel, que está literalmente construido dentro de una cueva natural, en la roca viva. Entrar allí es como cruzar un umbral en el tiempo. La iglesia románica, pequeña y oscura, transmite una paz difícil de explicar. Solo se oye el eco del agua filtrándose por la piedra y algún que otro murmullo
Uno de los grandes atractivos de Sant Miquel del Fai es el entorno natural. Justo al lado del monasterio, el río Tenes se precipita por la roca formando una cascada espectacular, sobre todo si ha llovido. Es un espectáculo ver cómo cae el agua desde lo alto de los acantilados.
Y por si fuera poco, los miradores a lo largo del recorrido nos regalaron vistas de vértigo sobre el valle.
Lleva calzado cómodo, agua y una cámara (¡las fotos desde los miradores son impresionantes!). Si vas en primavera o tras lluvias, las cascadas estarán en su mejor momento.
TERRASSA
"Terrassa, donde historia industrial y patrimonio se encuentran”
Nos sorprendió muchísimo la cantidad de edificios modernistas que tiene la ciudad: casas con mosaicos, vidrieras, forja artística y detalles que recuerdan a Gaudí o Domènech i Montaner, pero con sello propio. Visitamos el Masia Freixa, una especie de palacio de cuento blanco, con arcos ondulantes y un pequeño parque alrededor donde nos sentamos a descansar. Puro modernismo con aire mediterráneo.
También dimos una vuelta por el centro de la ciudad, su ayuntamiento, su rambla, su mercado y su catedral.
SANT SADURNI DE NOIA
“Sant Sadurní d’Anoia, capital del cava y del encanto catalán”
Llegas al pueblo rodeado de viñas. Tofo en este pueblo gira en torno al mundo del cava, y lo mejor es que lo viven con orgullo y pasión. Decidimos hacer lo que haría cualquiera en nuestro lugar: ¡empezar por una cata!
Nosotros optamos por visitar las cavas codorniu. Nos explicaron todo el proceso del cava (sí, también hay que girar las botellas a mano), y brindamos al final con una copa bien fresquita bajo una pérgola con vistas a las viñas. ¿Se puede pedir más?
El centro histórico de Sant Sadurní es pequeño pero muy agradable. Calles tranquilas, casas modernistas, y comercios locales con productos del Penedès: embutidos, chocolates, aceites…
No te puedes perder la visita a Simon Coll, la histórica fábrica de chocolate del pueblo. Aprendimos sobre el cacao, los procesos de elaboración… y sí, probamos mucho chocolate. ¡Una combinación perfecta con el cava!
Una buena opción es comer en alguna cava carne a la brasa.
VILAFRANCA DEL PENEDES
“Vilafranca del Penedès, corazón del vino y la tradición catalana”
Aqui la vida gira en torno al vino. Pero no solo: también hay modernismo, cultura, tradiciones centenarias y una energía especial que hace que esta ciudad se quede contigo.
Empezamos nuestro recorrido por el casco antiguo, lleno de callejuelas peatonales, soportales y edificios históricos. La Basílica de Santa Maria, con su elegante fachada gótica y su torre esbelta, es uno de los iconos del pueblo.
En Vilafranca el vino no es solo una bebida: es parte de su identidad.
Una de las cosas más emocionantes que hemos vivido en Vilafranca fue ver un ensayo de los castellers (torres humanas), que aquí son una auténtica institución. La Colla dels Castellers de Vilafranca es una de las más reconocidas de Cataluña, y verlos entrenar es impresionante.
Os recomendaron probar el xató, si coméis por la zona.
CASTELLET I LA GORNAL
“Castillo, pantano y viñedos: así se vive Castellet i la Gornal”
Castellet i la Gornal es uno de esos lugares que parece sacado de una postal medieval! Pequeño, con mucho encanto y rodeado de naturaleza,
Un pueblo medieval en lo alto de una colina, con vistas al embalse del Foix, rodeado de silencio, historia y naturaleza.
El Castillo de Castellet, perfectamente restaurado, con su silueta dominando el paisaje desde lo alto.
Sus miradores, que ofrecen unas vistas espectaculares sobre el pantano del Foix y el Parque Natural que lo rodea.
El núcleo de Castellet es muy pequeño pero con muchísimo encanto: calles adoquinadas, casas de piedra con macetas en las ventanas, escaleras que suben y bajan entre rincones fotogénicos… Todo perfectamente conservado. Parece un decorado de película, pero real.
CANYELLES
“Canyelles, un pueblo que brilla con la magia de la Navidad”
Escondido entre el mar y la montaña! Aunque pequeño, sorprende por su castillo, sus tradiciones y su ambiente tranquilo, y es una gran parada en una ruta entre el Garraf y el Penedès.
Pasear por el centro de Canyelles es como retroceder en el tiempo. Las calles estrechas, empedradas, invitan a caminar despacio. Las casas están bien cuidadas y muchas conservan el estilo tradicional, con fachadas encaladas y puertas de madera.
El Castell de Canyelles, aunque privado, se puede ver perfectamente desde fuera y es una estampa preciosa. Es de origen medieval, pero ha sido restaurado y es uno de los símbolos del municipio. Su silueta destaca sobre los tejados del pueblo
Canyelles es muy famoso en la zona por su Fira de Nadal,
MONTSERRAT
“Montañas, monasterio y paisajes que nos enamoran en Montserrat”
Montserrat es la montaña más emblemática de Catalunya.
Subir a Montserrat ya es un viaje en sí mismo. Puedes hacerlo en coche, en tren cremallera o en teleférico, y cada opción tiene su encanto.
Las agujas de roca que caracterizan Montserrat parecen sacadas de otro mundo.
Al llegar, nos recibió el impresionante Monasterio de Santa Maria de Montserrat, encajado entre las rocas. Fundado en el siglo XI, sigue siendo un centro espiritual muy activo, y se nota en la atmósfera.
Visitamos la basílica, donde se encuentra la Moreneta, la Virgen negra patrona de Cataluña
Se pueden hacer diferentes rutas, con vistas impresionantes.
MONTESQUIU
Decidimos detenernos en un lugar con un encanto muy especial: el Castillo de Montesquiu. Situado en lo alto de una colina y rodeado de bosques, este castillo parece sacado de un cuento medieval. Desde la carretera ya se distingue su silueta imponente, y a medida que nos acercábamos, la curiosidad por descubrirlo por dentro crecía todavía más.
Nada más llegar, nos encontramos con un entorno tranquilo y verde: el Parque del Castillo de Montesquiu, un espacio natural perfecto para pasear antes o después de la visita. Caminamos por senderos rodeados de robles y encinas, escuchando los pájaros y disfrutando de las vistas que se abren hacia el valle del río Ter.
El castillo, documentado desde el siglo XIII, nos sorprendió por lo bien conservado que está. Al recorrer sus salas, sentimos cómo las piedras guardaban siglos de historia: desde su origen como fortaleza defensiva, hasta su transformación en residencia señorial. Algunas estancias están decoradas con mobiliario y objetos antiguos.
Desde ese lugar hay unas magníficas vistas de la comarca, que te llevan a respirar aire puro y pensar en lo privilegiado del lugar.
Se pueden hacer rutas de senderismo, pasar un día de picnic o simplemente descansar bajo los árboles.
Salimos con la sensación de haber viajado al pasado sin dejar de disfrutar del presente. El Castillo de Montesquiu no es solo un edificio histórico, sino un rincón que combina cultura, naturaleza y tranquilidad de una forma única.