PIRINEOS GIRONA

“En los Pirineos de Girona encontramos montañas majestuosas, pueblos con encanto y naturaleza en estado puro.” 

La zona se sitúa al norte de provincia y la más bonita para nuestro parecer, es la noroeste. 

Los Pirineos gerundenses nos ofrecen un paisaje sorprendente y variado: montañas imponentes, valles verdes, bosques frondosos y ríos cristalinos. Caminando entre senderos antiguos y miradores naturales, descubrimos una naturaleza pura y silenciosa, perfecta para desconectar y dejarnos llevar por la belleza del entorno.

Una zona sin duda de gran belleza, que merece ser conocida en cualquier época del año. 


LLIVIA

“En Llívia descubrimos un pequeño enclave lleno de historia, rodeado por los Pirineos franceses y con mucho encanto.” 

Llivia nos sorprendió desde el primer momento. Encajada entre montañas y rodeada de territorio francés, esta pequeña localidad tiene un carácter muy especial. A pesar de su tamaño, se respira historia en cada rincón, y el entorno natural que la rodea es simplemente espectacular. Paseamos por sus calles con calma, disfrutando del contraste entre el pasado que se adivina en su arquitectura y la tranquilidad que transmite el paisaje. 

En Llivia, aunque pequeña, hay mucho que ver y sentir. Algunos de sus puntos más destacados son:

  • La farmacia Esteve: Considerada una de las más antiguas de Europa, con siglos de historia y una colección fascinante de frascos, libros y utensilios medicinales.
  • La iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles: De estilo gótico-renacentista, impone con su tamaño

 


PUIGCERDÀ

“En Puigcerdà disfrutamos del encanto pirenaico, paseando junto a su lago y respirando aire de montaña.” 

Puigcerdà es una villa con carácter, situada en pleno corazón de la Cerdanya, que combina a la perfección historia, naturaleza y ambiente de montaña.

LAGO

Sin duda, uno de sus rincones más bonitos. Rodeado de árboles y con vistas a los Pirineos, es perfecto para pasear con calma y disfrutar del reflejo del paisaje en el agua.

 

CAMPANARIO DE SANTA MARIA

Es lo único que queda de la antigua iglesia gótica destruida durante la Guerra Civil. Hoy es un símbolo del pueblo y un excelente mirador.


LA MOLINA

“En La Molina vivimos la emoción de la montaña, entre pistas de esquí y paisajes pirenaicos espectaculares.” 

Abandonando Puigcerdà nos dirigimos hacia La Molina es conocida por ser una de las estaciones de esquí más emblemáticas de Cataluña, pero su encanto va mucho más allá de la temporada de nieve. Situada en plena Cerdanya, rodeada de bosques y montañas, ofrece naturaleza, aventura y tranquilidad durante todo el año.

ACCESOS A LA MOLINA

Tienes dos carreteras panorámicas para acceder o bajar de la Molina. 

COLL DE LA CREUETA

El Coll de la Creueta, es un puerto de montaña situado a 1 888 m en el Parque Natural del Cadí.

Ofrece  vistas imponentes de las cumbres pirenaicas hacia el norte y panorámicas de la Catalunya central hacia el sur.

Es como si el mundo se acaba allí, Un entorno natural impresionante: prados de altura, bosques de montaña y panorámicas limpias hacia los Pirineos  .

La sensación de tranquilidad y aislamiento, ideal para desconectar. Si pasas por el iras a parar a la provincia de Barcelona.   

COLLADA DE TOSES

La Collada de Toses es uno de los puertos de montaña más emblemáticos del Pirineo catalán. Une las comarcas del Ripollès y la Cerdanya a través de la carretera N-260, serpenteando entre bosques espesos, vistas abiertas y pueblos de montaña. Es una ruta histórica, usada desde hace siglos para cruzar la cordillera, y hoy sigue siendo muy frecuentada tanto por coches como por ciclistas y senderistas.

Solo recomendable para conductores que les gusten las carreteras estrechas y serpententesntes. Pero a la vez con vistas exclusivas. Ideal para conducir sin prisas.

En la ruta se pasa por pueblos pequeños como Toses, Planoles, o Dòrria, donde parece que el tiempo se ha detenido. Son lugares ideales para una parada tranquila.

 


RIBES DE FRESSER

“En Ribes de Freser nos perdemos entre montañas, ríos y el encanto de la Cerdanya catalana.”

La siguiente parada es en este pueblo, donde poder hacer noche, para adentrarnos en la ruta del día siguiente. 

Ribes de Freser es una pequeña localidad del Pirineo gerundense que sorprende por su entorno natural, su aire limpio y su función como puerta de entrada a los valles del Freser y del Núria. 

Tiene un casco urbano tranquilo, con calles empedradas, fachadas tradicionales, pequeñas plazas y el sonido constante del agua. Ideal para desconectar y caminar sin rumbo.

Ribes no tiene grandes monumentos, pero sí mucho ambiente, naturaleza a un paso y una historia ligada al agua, al tren y a la montaña. 


NURIA

“En el Valle de Núria disfrutamos de naturaleza, montañas y un entorno pirenaico único” 

Cuando llegamos a la Vall de Núria, lo primero que nos sorprendió fue el silencio. Ese silencio que solo se rompe con el crujido de la nieve bajo las botas y el sonido lejano del tren cremallera, el único medio para llegar hasta aquí en invierno. Ya el viaje en sí fue toda una experiencia: mientras el tren ascendía por la montaña, íbamos viendo cómo el paisaje se transformaba, las ramas se cargaban de nieve y el mundo allá abajo quedaba cada vez más pequeño.

Al poner un pie en Núria, nos recibió un aire limpio y frío que nos llenó de energía. La estación estaba cubierta de un manto blanco que parecía sacado de una postal navideña. Caminamos hasta el lago helado, que brillaba bajo el sol invernal como si estuviera pintado, y no pudimos resistirnos a lanzar unas cuantas bolas de nieve…

Luego con el funicular ya subimos a la cumbre, para admirar su belleza. 

 

El santuario, imponente y tranquilo, nos recordó que este valle no es solo un paraíso natural, sino también un lugar cargado de historia y espiritualidad. 

Entre paseo y paseo, llegamos al Santuario de la Mare de Déu de Núria. Envuelto por la nieve, parecía protegerse del frío como nosotros. Dentro, el ambiente era cálido y silencioso, con un aire acogedor que contrastaba con la inmensidad blanca del exterior. Nos acercamos a la imagen románica de la Virgen y descubrimos la curiosa tradición del lugar: hacer sonar la campana y meter la cabeza en una antigua olla mientras se pide un deseo. Según la leyenda, San Gil, un monje del siglo VII, vivió aquí como ermitaño y dejó estos objetos, que hoy siguen siendo parte del ritual.

El santuario no solo es un templo, sino también un punto de encuentro para quienes visitan el valle, con alojamiento, restaurante y un calorcito que se agradece tras horas en la nieve.

Terminamos el día calentándonos con un buen chocolate caliente en la cafetería, viendo cómo las últimas luces se apagaban detrás de las montañas. El regreso en el cremallera, con las luces encendidas y la nieve cayendo suavemente, fue como bajar de un pequeño mundo mágico al mundo real.

Una bonita esperiencia para un día de invierno. 


QUERALBS

“En Queralbs descubrimos un pueblo de montaña lleno de encanto y punto de partida hacia el valle de Núria.”

Queralbs, es un pequeño pueblo de montaña que parece detenido en el tiempo. Sus calles empedradas, estrechas y en cuesta, nos invitaron a caminar despacio, como si cada rincón mereciera ser observado con calma. Las casas de piedra con tejados de pizarra y balcones de madera.

 

La joya del pueblo es la Iglesia de Sant Jaume, del siglo XII, un ejemplo precioso de románico catalán. Su portalada, decorada con arquivoltas y motivos geométricos, nos dejó un buen rato observando los detalles. Desde el mirador junto a la iglesia, las vistas al valle eran impresionantes, con las montañas dibujando un paisaje que parecía sacado de un cuadro.

Queralbs no es grande, pero tiene un encanto tranquilo que te atrapa. 


RIPOLL

“En Ripoll nos sumergimos en historia y cultura, entre su monasterio y los paisajes del Ripollès.” 

Ya abajo visitamos Ripoll, es un pueblo que respira historia por cada piedra. Lo primero que visitamos fue el Monasterio de Santa María de Ripoll, una auténtica joya del catalán. Su portalada es impresionante: un tapiz de piedra esculpida con escenas bíblicas y detalles que parecen contar una historia infinita. Nos quedamos un buen rato intentando descifrar cada figura, como si fuera un libro abierto en plena fachada. Dentro, la amplitud de la nave central y el silencio nos envolvieron por completo, y el claustro, con sus columnas decoradas, nos hizo sentir que estábamos caminando por un rincón detenido en el tiempo.


CAPDEVANOL

La Ruta dels 7 Gorgs es una de las rutas de senderismo más populares de la comarca del Ripollès, situada en Campdevànol, Girona. Este recorrido circular sigue el curso del Torrent de la Cabana, ofreciendo una sucesión de pozas y cascadas en un entorno natural impresionante.

  • Distancia: Entre 8 y 10 km, dependiendo de la variante del recorrido.  
  • Duración: Aproximadamente 3 a 4 horas.  
  • Dificultad: Moderada. Aunque el recorrido es mayormente accesible, algunas bajadas a las pozas requieren precaución.  
  • Época recomendada: De primavera a otoño.

La ruta comienza en el aparcamiento de la Font del Querol y sigue el cauce del torrent, pasando por las siguientes pozas:

  1. Gorg de la Cabana
  2. Gorg de la Tosca
  3. Gorg de l’Olla
  4. Gorg de la Bauma
  5. Gorg del Forat
  6. Gorg del Petit Colomer
  7. Gorg del Colomer

Algunas de estas pozas son ideales para darse un baño, especialmente en los días calurosos de verano. 

Durante la temporada alta (de junio a noviembre), se cobra una ecotasa de 6 € por persona para acceder a la ruta. Este importe se destina a la conservación del entorno natural. Es recomendable adquirir los billetes con antelación a través de la página web oficial del Torrent de la Cabana.  

Nos levantamos temprano con la emoción de descubrir uno de los rincones más hermosos del Ripollès: la Ruta dels 7 Gorgs en Campdevànol. La previsión era clara: un día de naturaleza.

Llegamos al aparcamiento de la Font del Querol y, mientras ajustábamos nuestras mochilas y botas de senderismo, sentimos esa mezcla de anticipación y paz que solo se experimenta al adentrarse en un bosque. Desde el primer paso, el Torrent de la Cabana nos acompañaba con su murmullo constante y refrescante.

Cada gorg que encontramos tenía su propio encanto..  La sensación de estar rodeados de tanta tranquilidad y belleza nos recordó por qué la naturaleza tiene ese poder casi mágico de desconectar de todo.

Algunas bajadas nos hicieron ir con cuidado, especialmente donde la piedra estaba húmeda y resbaladiza, pero la recompensa valía totalmente la pena. Puedes  incluso darte un baño rápido en las pozas más amplias.

El recorrido completo, de unos 8 kilómetros, nos llevó aproximadamente 3 horas, con paradas para admirar el paisaje, sacar fotos y escuchar simplemente el sonido del bosque y del agua. Al finalizar la ruta, mientras nos dirigíamos de nuevo al coche, no pudimos evitar mirar atrás y sonreír: habíamos compartido un día perfecto de aventura, naturaleza, y la Ruta dels 7 Gorgs nos había regalado momentos que seguro querríamos revivir.

Si visitáis Campdevànol, no dejéis de caminar esta ruta; os aseguramos que la sensación de paz y conexión con la naturaleza es algo que permanecerá con vosotros mucho tiempo después de regresar a casa.

SETCASES

“En Setcases nos dejamos envolver por la tranquilidad de la montaña y los paisajes de ensueño del Pirineo catalán.” 

Otra zona para explorar en el Pirineo es el valle de Camprodon. Uno de los pueblos que más nos sorprendió en la zona fue Setcases, un rincón de alta montaña que parece hecho a mano. El nombre significa literalmente siete casas, y aunque ahora son muchas más, conserva el encanto de un lugar pequeño y recogido. Sus calles empedradas, llenas de escaleras y balcones de madera, nos invitaron a perdernos sin prisa, siguiendo el sonido del río Ter que baja claro y frío por el valle.


VILALLONGA DEL TER

“En Vilallonga de Ter disfrutamos de un pueblo de montaña rodeado de ríos, bosques y tranquilidad pirenaica.” 

En nuestra ruta por el valle del Ter hicimos una parada en Vilallonga de Ter, un pequeño pueblo que conserva toda la calma y autenticidad de la montaña catalana. Apenas llegar, nos recibió el sonido del río y el silencio de las calles estrechas, flanqueadas por casas de piedra con tejados de pizarra.

Caminamos hasta la Iglesia de Sant Martí, sencilla pero con ese encanto rústico que tienen las construcciones que han visto pasar siglos sin perder su esencia. Desde allí, las vistas a las montañas y al valle nos recordaron por qué estos pueblos tienen algo especial: parecen formar parte del paisaje, no imponerse sobre él.

Mientras explorábamos Vilallonga de Ter, nos recomendaron acercarnos al Mirador del Drac, un punto panorámico que domina el valle 


CAMPRODÓN

"En Camprodon nos dejamos enamorar por sus puentes medievales, calles empedradas y el encanto del Pirineo catalán.” 

Al llegar, lo primero que nos llamó la atención fue su imponente Puente Viejo, un puente medieval de piedra que cruza el río Ter y parece sacado de un cuento. Nos detuvimos a admirar cómo el agua corría bajo sus arcos mientras el sol iluminaba las fachadas de las casas cercanas.

Paseamos por sus calles, donde se respira esa mezcla perfecta entre tradición y vida tranquila. Nos encantaron las plazas con sus terrazas, perfectas para tomar algo mientras observábamos el ir y venir de los lugareños. También visitamos la Iglesia de Santa María del Camprodon, con su arquitectura sencilla pero majestuosa, que refleja la historia de este valle.

Como no podía faltar, probamos los dulces típicos en alguna pastelería local, y nos sorprendió la variedad y calidad, especialmente las “xuixos”, un bocado dulce que nos dejó con ganas de más.

Una de las cosas que no podíamos dejar pasar en nuestra ruta por el Ripollès fue probar los embutidos artesanos que se elaboran en la zona. 

Los embutidos aquí tienen un carácter único, con recetas tradicionales que se han transmitido de generación en generación. Nos enamoramos especialmente del fuet, ese embutido delgado, curado y ligeramente picante, que cruje al cortarlo y se deshace en la boca con sabor intenso. También disfrutamos de la botifarra, que aquí se presenta en varias variedades: blanca, negra y hasta con hierbas, perfecta para acompañar con un buen pan de pueblo.

Además, muchos productores trabajan con carne de cerdo de proximidad, y el proceso de curación en estas montañas, con su clima fresco y seco, contribuye a ese sabor tan especial que no se encuentra en cualquier luga

Es ese tipo de pueblo que te invita a quedarte un poco más, a perderte por sus rincones y a disfrutar sin prisas, y sin duda fue uno de los momentos más agradables de nuestro viaje por los Pirineos.


BEGET

“En Beget descubrimos un pueblo medieval escondido en el corazón del Pirineo, donde cada calle nos transporta al pasado.” 

Nuestra ruta acaba en este bonito pueblo, al que se llega por una carretera serpenteante. 

Al llegar, nos recibió un conjunto de casas de piedra perfectamente conservadas, con tejados de pizarra y calles estrechas que invitaban a pasear sin rumbo.

Beget tiene un encanto rústico que nos atrapó desde el primer momento. El puente románico sobre el río, con sus arcos de piedra y su entorno natural, es una postal que nos quedamos mirando una y otra vez. Caminamos hasta la pequeña iglesia de Sant Cristòfol, situada en lo alto del pueblo, y disfrutamos de las vistas panorámicas que nos regalaba el valle.

Además, Beget nos ofreció un remanso de tranquilidad perfecto para desconectar y empaparnos del paisaje y la historia que respira cada rincón. No faltaron los momentos para sentarnos en algún banco a escuchar el murmullo del río y sentir la calma que solo un lugar así puede ofrecer.

¿POR QUÉ RECOMENDAMOS VISITAR EL PIRINEOS GIRONIS?

Recomendamos visitar el Pirineo de Girona porque combina naturaleza, historia y tradición en un entorno auténtico y tranquilo. Sus pueblos con encanto, las montañas impresionantes y la deliciosa gastronomía local hacen de cada visita una experiencia única.

En invierno, la nieve convierte el paisaje en un escenario mágico que invita a desconectar y disfrutar con todos los sentidos. Sin duda, un destino para repetir.