VIZCAYA
“Bilbao es ese lugar donde lo industrial se volvió arte y lo tradicional convive con lo moderno a orillas de la ría.”
Llegamos a Bilbao con la ilusión de descubrir una ciudad que, desde el primer momento, nos envolvió con su carácter único. Pasear por sus calles es sentir la fuerza de una ciudad que ha sabido reinventarse sin perder su esencia. Aquí lo moderno y lo tradicional conviven de manera natural, creando un ambiente que sorprende a cada paso.
Lo que más nos llamó la atención fue su energía: gente acogedora, rincones llenos de vida y una mezcla de historia y vanguardia que se respira en cada detalle. Bilbao no solo se recorre, se vive con todos los sentidos; se saborea, se escucha, se observa, y poco a poco nos va conquistando hasta hacernos sentir parte de ella. ¿Vamos a descubrirla?
BILBAO
AYUNTAMIENTO
Comenzamos la visita: el Ayuntamiento. Su fachada imponente, de estilo ecléctico, combina elementos clásicos y barrocos que lo convierten en una auténtica joya arquitectónica.
Mientras lo observábamos desde la plaza, nos detuvimos a admirar los detalles de sus balcones, esculturas y el gran reloj que corona el conjunto.
TEATRO ARRIAGA
En nuestra ruta por Bilbao no pudimos dejar de detenernos frente al Teatro Arriaga, un edificio que parece sacado de otra época. Su fachada, elegante y majestuosa, nos atrapó de inmediato: grandes ventanales, balcones curvados y una arquitectura que respira romanticismo.
Nos quedamos un rato contemplando sus detalles, imaginando cómo debió de ser la vida cultural de la ciudad a finales del siglo XIX, cuando se inauguró en honor al joven compositor bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga, conocido como “el Mozart español”.
ESTACION DE LA CONCORDIA
Mientras paseábamos por la ría, de repente nos encontramos con una joya arquitectónica que parece brillar por sí misma: la Estación de la Concordia. Nos sorprendió su fachada modernista, llena de colores, formas geométricas y detalles que la hacen única. Es curioso pensar que un edificio pensado para el tren pueda transmitir tanta belleza.
Nos detuvimos un buen rato a admirarla desde fuera; el gran rosetón central, los mosaicos y la simetría de su diseño nos hicieron sacar la cámara una y otra vez. Al entrar, descubrimos un espacio que conserva ese aire de elegancia de principios del siglo XX, cuando viajar en tren era toda una experiencia.
Más allá de ser un lugar de paso, sentimos que la Estación de la Concordia es un símbolo de Bilbao: funcional, viva y al mismo tiempo profundamente artística. Fue como encontrar una pequeña obra de arte escondida entre el movimiento de la ciudad.
PLAZA NUEVA
Al llegar a la Plaza Nueva, sentimos que habíamos entrado en el corazón más vivo de Bilbao. Sus soportales elegantes, sus fachadas neoclásicas y el ambiente que la llena a todas horas nos envolvieron de inmediato.
Decidimos sentarnos en una de sus terrazas para disfrutar del bullicio.. Aquí se respira tradición y modernidad a partes iguales: familias paseando, cuadrillas de amigos riendo y turistas descubriendo los sabores locales.
Nos encantó la sensación de estar en un punto de encuentro que lo mismo sirve para un vermut al mediodía que para alargar la noche entre risas. La Plaza Nueva no es solo un espacio arquitectónico bonito; es un reflejo de la vida cotidiana y del carácter abierto de la ciudad.
LAS 7 CALLES / PLAZA UNAMUNO
Perdernos por Las Siete Calles fue como viajar en el tiempo al Bilbao más auténtico. Desde el primer paso sentimos que estábamos en el origen mismo de la ciudad, donde cada esquina guarda historias y cada fachada conserva huellas de siglos pasados.
Callejeamos sin prisa, dejándonos llevar por ese entramado que, aunque estrecho, rebosa vida. Tiendas tradicionales, bares llenos de pintxos irresistibles y balcones con flores nos acompañaron durante el recorrido. Nos encantó observar cómo lo cotidiano se mezcla con lo histórico: vecinos saludándose, turistas con la cámara en mano y ese aroma a cocina vasca que nos guiaba de un bar a otro.
En cada calle encontramos algo que nos sorprendió: un detalle arquitectónico, una pequeña plaza escondida o simplemente la sensación de estar caminando por el corazón palpitante de Bilbao. Descubrimos que Las Siete Calles no son solo un conjunto de vías antiguas; son el alma del Casco Viejo, un lugar donde la historia sigue viva y se respira en cada paso.
CATEDRAL DE SANTIAGO
Entrar en la Catedral de Santiago fue como abrir una puerta al pasado más espiritual de Bilbao. Nada más cruzar su fachada gótica, nos envolvió un silencio solemne que contrastaba con el bullicio de las calles del Casco Viejo.
Mientras caminábamos por sus naves, nos impresionó la altura de los arcos y la luz tamizada que se filtraba por las vidrieras de colores. Cada rincón invitaba a detenerse: las capillas laterales, la delicadeza del claustro y los detalles escultóricos que parecían susurrar historias centenarias.
Nos gustó descubrir que esta catedral no es solo un símbolo religioso, sino también un punto de encuentro para peregrinos del Camino de Santiago del Norte, que atraviesa Bilbao. Sentimos que formábamos parte de una tradición que une a viajeros de todo el mundo desde hace siglos.
Salimos de la catedral con la sensación de haber hecho una pausa en medio de la ciudad, un momento de calma y de conexión con la historia que guarda este templo.
MERCADO DE LA RIBERA
Al llegar al Mercado de la Ribera, sentimos que habíamos llegado al corazón gastronómico de Bilbao. Nada más entrar, nos recibió un aroma irresistible a productos frescos: pescados recién traídos del Cantábrico, verduras de temporada y ese toque inconfundible de los pintxos que se preparan al instante.
Callejeamos entre los puestos, maravillándonos con la variedad y la calidad de los productos.
Lo que más nos gustó fue el ambiente vivo y auténtico: turistas como nosotros, vecinos que compran a diario y cocineros que seleccionan ingredientes con mimo.l Mercado de la Ribera es un lugar donde la cultura y la gastronomía de Bilbao se sienten con todos los sentidos.
MUSEO GUGGENHEIN
Visitar el Museo Guggenheim fue como entrar en un mundo donde el arte y la arquitectura se funden de manera espectacular. Desde el primer momento nos dejó sin palabras: su fachada de titanio brilla bajo el sol y parece cambiar de color según la luz y el ángulo desde el que la mires.
Caminamos alrededor del edificio, explorando cada curva y cada ángulo, y no pudimos evitar detenernos una y otra vez para tomar fotos. Al entrar, el interior nos sorprendió por su amplitud y luminosidad; cada sala es un espacio que invita a descubrir, reflexionar y dejarse llevar por la creatividad de los artistas.
El Guggenheim no es solo un museo; es un punto de encuentro entre el arte contemporáneo, la innovación y la ciudad, y nos sentimos afortunados de poder recorrerlo y sentirlo con todos nuestros sentidos.
PUPPY
Al acercarnos al Guggenheim, nos encontramos con una de las imágenes más icónicas de Bilbao: Puppy, el enorme perro cubierto de flores de todos los colores. Desde el primer momento nos cautivó su tamaño y su alegría; es imposible no sonreír al ver cómo su “pelaje” cambia con las estaciones, mostrando un espectáculo floral diferente a lo largo del año.
Nos quedamos un buen rato admirando los detalles y tomando fotos desde todos los ángulos. Más que una escultura, Puppy nos transmitió una sensación de vitalidad y bienvenida: un símbolo de la ciudad que refleja su creatividad, su modernidad y su carácter cercano.
Al marcharnos, nos dimos cuenta de que esta obra no solo decora la entrada del museo, sino que se ha convertido en un punto de encuentro y en un recuerdo inolvidable para todos los que visitamos Bilbao.
MIRADOR DE ARTXANDA
Desde el momento en que llegamos, quedamos impresionados por la panorámica: la ría serpenteando entre edificios, las montañas que rodean la ciudad y esa mezcla de historia y modernidad que define a Bilbao.
Nos quedamos un buen rato contemplando el paisaje, tomando fotos y simplemente disfrutando del aire fresco de la cima. Es un lugar perfecto para relajarse, respirar profundamente y apreciar la ciudad desde otra perspectiva.
SAN MAMES
Visitar San Mamés fue una experiencia que nos hizo sentir la pasión que Bilbao tiene por el fútbol. Desde el primer momento nos impresionó su imponente estructura moderna y el ambiente vibrante que se respira a su alrededor.
Recorrer sus instalaciones y caminar por el estadio nos permitió imaginar los cánticos, la emoción de los goles y la energía de los aficionados en un partido. Nos gustó especialmente cómo combina tradición y modernidad: un lugar histórico para la afición que, al mismo tiempo, ofrece comodidades y tecnología de última generación.
Salir de San Mamés nos dejó con la sensación de haber vivido algo más que un simple estadio; sentimos que habíamos tocado una parte importante del corazón cultural y deportivo de Bilbao, donde el fútbol une a toda la ciudad.
Después de recorrer sus calles, plazas, mercados y monumentos, sentimos que Bilbao nos ha dejado una impresión imborrable. Es una ciudad que combina historia y modernidad, tradición y vanguardia, y lo hace de una manera que nos hace sentir parte de ella desde el primer momento.
Nos vamos con la sensación de haber vivido experiencias auténticas: disfrutar de su gastronomía, pasear por su casco histórico, maravillarnos con la arquitectura y dejarnos sorprender por el arte que se respira en cada rincón. Bilbao no es solo un destino que se visita; es una ciudad que se siente, se vive y se recuerda.
Pero Vizcaya es mucho más, ¿Te vienes?