PUEBLOS ALICANTINOS

Los pueblos alicantinos, entre la brisa mediterránea y la huella de la historia.”


DENIA 

“Dénia, castillo frente al mar y esencia mediterránea.”

Nuestra visita a Dénia no estaría completa sin subir a su castillo, el símbolo de la ciudad. Situado en lo alto de una colina, nos acompañó desde el primer momento con su silueta vigilando el mar y las casas que se extienden a sus pies.

El camino hasta arriba es un paseo entre murallas y rincones cargados de historia. A medida que subíamos, íbamos descubriendo restos que recuerdan el paso de íberos, romanos, musulmanes y cristianos, todos ellos dejando su huella en esta fortaleza.

Una vez arriba, la recompensa fue impresionante: vistas panorámicas del Mediterráneo, del puerto y de toda la ciudad extendiéndose entre el mar y la montaña. Nos detuvimos un buen rato a contemplar cómo la luz jugaba con el agua y los tejados, sintiendo la fuerza del lugar.

El castillo de Dénia no es solo un monumento, es un viaje al pasado que conecta con la identidad de la ciudad y, al mismo tiempo, un mirador perfecto para disfrutar de su presente mediterráneo.


JAVEA

 “En Jávea cada paso nos acerca al Mediterráneo:con sus mpresionantes acantilados del Cabo de la Nao y el Cabo de San Antonio.”

CABO DE SAN ANTONIO 

El Cabo de San Antonio es de esos lugares mágicos de Jávea que no nos podemos perder.

Cuando llegamos al mirador, sentimos que tenemos a nuestros pies una de las mejores vistas de toda la Costa Blanca. Desde allí arriba se ve toda la bahía de Jávea, el Mediterráneo extendiéndose hasta donde alcanza la vista y, si el día está despejado, incluso el cabo de San Martín y el de la Nao.

Lo que más nos gusta de este lugar es su entorno natural: el Parque Natural del Montgó, con senderos que nos invitan a caminar entre pinos, flores silvestres y aromas mediterráneos. Es un plan perfecto para combinar mar y montaña en un mismo día.

Además, en el cabo se encuentra el faro de San Antonio, que vigila la costa desde lo alto del acantilado. A pocos pasos hay un área recreativa donde podemos parar a descansar o hacer un picnic con unas vistas espectaculares.

CABO DE LA NAO 

Cuando subimos hasta allí, sentimos que el Mediterráneo se abre infinito a nuestros pies. El acantilado es impresionante, con paredes verticales que caen directo al mar, y el faro blanco se alza como un vigía que guía a los navegantes.

Desde el mirador, en los días claros, podemos ver incluso la silueta de la isla de Ibiza en el horizonte. El sonido del viento y las gaviotas acompañan el momento, y si vamos al atardecer, el cielo se tiñe de tonos anaranjados y rosados que hacen que nos quedemos en silencio, disfrutando de la magia.

BAÑOS DE LA REINA

Se encuentran junto al puerto, muy cerca de la playa de la Grava. A primera vista parecen unas simples pozas excavadas en la roca, pero en realidad son los restos de unas antiguas piscinas romanas donde se criaban peces hace casi dos mil años.

En lugar tranquilo, para disfrutar del baño, y de las aguas del mediterráneo. 


CALPE

"Pasear por el casco antiguo de Calpe es descubrir calles llenas de historia, colores y vida local.”

 

PEÑON DE IFACH

El Peñón de Ifach, en Calpe, es uno de los símbolos más icónicos de la Costa Blanca. 

Se trata de un enorme peñón de 332 metros de altura que se adentra en el Mediterráneo y que, desde cualquier punto de Calpe, domina el paisaje.

Cuando llegamos a Calpe, lo primero que nos llama la atención es el imponente Peñón de Ifach. Su silueta se recorta contra el cielo y el mar, y no podemos evitar sentirnos pequeños ante tanta grandeza.

BAÑOS DE LA REINA

Se trata de unas piscinas excavadas en la roca junto al mar, que según la tradición romana servían como criadero de peces para abastecer a la villa de Calpe hace casi dos mil años, al igual que existen las de Jávea. 

CASCO ANTIGÜO

Cuando nos adentramos en el casco antiguo de Calpe, sentimos que damos un pequeño salto en el tiempo. Sus calles estrechas y empedradas, llenas de casas blancas con balcones adornados con flores, nos invitan a pasear sin prisa y a descubrir cada rincón.

Nos detenemos en las plazas pequeñas, donde los bares y cafeterías nos ofrecen la oportunidad de tomar algo mientras observamos la vida local

La Escalera de España es uno de esos rincones con encanto.

Cuando llegamos, nos sorprende cómo unas simples escaleras conectan las calles estrechas y empedradas del casco antiguo, ofreciéndonos vistas curiosas de los tejados blancos y del Peñón de Ifach a lo lejos. Subir por ellas se convierte en un pequeño paseo lleno de sorpresas: flores colgando de balcones, fachadas de colores y rincones donde parece que el tiempo se ha detenido.

EDIFICIO LA MURALLA ROJA

Cuando llegamos, nos sorprende su color rojo intenso, que contrasta con el azul del cielo y el Mediterráneo. Sus pasillos laberínticos, escaleras en zigzag y patios interiores nos hacen sentir que estamos dentro de una obra de arte que se puede recorrer. Cada rincón parece pensado para jugar con la luz y las sombras, y no podemos evitar detenernos a sacar fotos desde distintos ángulos.

La Muralla Roja, diseñada por Ricardo Bofill, nos recuerda que Calpe no solo tiene historia antigua y playas, sino también arquitectura innovadora que se integra de manera espectacular en el paisaje. Subir por sus terrazas y mirar hacia el horizonte nos da una perspectiva distinta de la costa, y nos hace disfrutar de Calpe desde un punto de vista muy especial.

MIRADOR MORRO DE TOIX

Subir por sus senderos nos permite disfrutar de vistas panorámicas del Peñón de Ifach, la bahía de Calpe y las playas cercanas. Cada curva del camino nos regala un nuevo ángulo del mar y de la costa, y sentimos que estamos en un lugar salvaje y auténtico.

Además, el Morro de Toix es ideal para los amantes del senderismo y la naturaleza, ya que forma parte de un espacio protegido donde crecen plantas mediterráneas y podemos ver aves en su hábitat natural. En la cima, nos detenemos a contemplar el horizonte y respirar profundamente, disfrutando del contraste entre la roca, el mar y el cielo.


ALTEA

“La iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, con su cúpula azul, se alza como el corazón del pueblo y nos deja sin palabras.”

 

Nos recibe con su casco antiguo de calles estrechas y empedradas, donde las casas blancas contrastan con puertas y ventanas de colores, y cada rincón parece pensado para pasear despacio. La iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, con su cúpula azul tan característica, se alza en lo alto del pueblo y nos sirve de guía mientras exploramos plazas y miradores que ofrecen vistas increíbles del Mediterráneo.

Nos encanta perdernos por sus calles, descubrir tiendas artesanales, galerías de arte y cafeterías donde disfrutar de un café mientras sentimos el ambiente tranquilo y acogedor del lugar. Desde los miradores, contemplamos el mar que se extiende hasta el horizonte, y entendemos por qué Altea es considerado uno de los pueblos más bonitos de España.

Altea nos deja la sensación de haber encontrado un lugar con alma mediterránea, donde historia, arte y naturaleza se combinan a la perfecció

IGLESIA ORTODOXA

Cuando llegamos a la urbanización Altea Hills, nos sorprende la silueta dorada de la Iglesia Ortodoxa Rusa San Miguel Arcángel. Sus cinco cúpulas brillan bajo el sol mediterráneo y nos invitan a acercarnos para descubrir un rincón de espiritualidad y arte que parece traído directamente de Rusia.

Al entrar, quedamos maravillados con el iconostasio dorado, que separa el altar del resto del templo y está decorado con iconos llenos de historia y simbolismo. Nos detenemos a contemplar los frescos de la cúpula, pintados por artistas rusos, que llenan el espacio de color y detalle, y sentimos que cada elemento del templo tiene un propósito y un mensaje.

Pasear por sus pasillos nos permite apreciar la combinación de tradición rusa con la serenidad del Mediterráneo. Además, en el exterior, la escultura de San Nicolás nos recuerda la fuerza de la fe y la historia de esta iglesia, construida con materiales traídos desde Rusia para preservar su autenticidad.

Visitar la iglesia nos deja una sensación de calma y asombro. No solo admiramos su arquitectura, sino que también sentimos que hemos descubierto un lugar donde la historia, la espiritualidad y el arte se encuentran de manera única en Altea.


BENIDORM

“Pasear por sus playas nos recuerda que las vacaciones empiezan desde el primer paso.”

 

Es la ciudad de veraneo más importante de la comunidad valenciana. Desde que llegamos sentimos que aquí todo se mueve a otro ritmo. Hay un ambiente que engancha, como si la alegría estuviera en el aire. Caminamos un poco y ya estamos escuchando risas, música, conversaciones en mil idiomas… y nos dejamos llevar sin pensarlo demasiado. 

Nosotros no somos de ese tipo de turismo, pero demasiado vez en cuando, también va bien salir de lo habitual.

MIRADOR DE LA CRUZ

Empezamos nuestra visita, subiendo a este mirador, para contemplar como de grande es Benidorm. Y la verdad que no nos sorprendió para nada. Dado el movimiento que hay en sus playas y calles. 

BALCÓN DEL MEDITERRÁNEO

Llegamos al Balcón del Mediterráneo siguiendo esas escaleras blancas que ya de por sí nos parecieron un pequeño paseo. Y, de repente, ahí estaba: un mirador que nos dejó con la boca abierta. Frente a nosotros, el mar infinito; a un lado la Playa de Levante, al otro la de Poniente… y esa sensación de estar flotando sobre el agua.

Nos apoyamos en la barandilla, dejando que la brisa del mar nos diera en la cara, y nos quedamos un buen rato simplemente mirando. Es uno de esos sitios donde no hace falta hablar demasiado: el paisaje lo dice todo. Aun así, entre nosotros bromeábamos con que parecía un balcón de casa, pero a lo grande, abierto de par en par al Mediterráneo.

Sacamos fotos, claro —es imposible no hacerlo—, pero también nos guardamos unos minutos sin móviles, solo para sentir el momento. La luz, el sonido del mar, las gaviotas volando alrededor… todo nos hizo pensar que estábamos en uno de esos rincones que no se olvidan fácilmente. Y si puedes ver la puesta de sol, ya es de 10. 

HOTEL BALI

El Hotel Bali lo vivimos casi como una experiencia en sí misma. Desde fuera ya impresiona, porque es ese rascacielos enorme que todo el mundo reconoce en Benidorm, y cuando entramos sentimos que no era un hotel cualquiera, sino casi una ciudad vertical.

Al subir a las plantas más altas flipamos con las vistas: de un lado el mar, del otro toda la ciudad extendiéndose hasta donde llega la vista. Nos dio un poco de vértigo, no lo vamos a negar, pero la sensación de estar tan arriba es brutal, como si estuviéramos en una azotea flotando sobre Benidorm.

Lo mejor es que desde allí parece que tienes Benidorm a tus pies.

TERRA MÍTICA

Hace años que fui a Terra Mítica, pero todavía me acuerdo de la sensación de entrar en otro mundo. Desde el primer momento nos metimos de lleno en la ambientación de las antiguas civilizaciones: Grecia, Roma, Egipto… cada zona tenía su propio estilo, sus sonidos, sus aromas. Era como viajar en el tiempo sin movernos de Benidorm.

Lo que más me emocionaba eran las atracciones grandes: las montañas rusas que nos hacían gritar y reír al mismo tiempo, los barcos que se balanceaban al borde del vértigo y esas experiencias que combinaban agua y adrenalina. Nos encantó ver a todos los visitantes con la misma mezcla de miedo y diversión en la cara, como si el parque nos contagiara a todos la misma energía.

También había momentos más tranquilos: pasear por calles ambientadas con tiendas y restaurantes, disfrutar de espectáculos en vivo y fijarme en los detalles de la arquitectura.



VILLAJOYOSA

“Entre casas de colores y olas que acarician la orilla, Villajoyosa nos invita a descubrir su encanto a cada paso.”

Cuando llegamos a Villajoyosa, lo primero que nos atrapó fue ese colorido que salta a la vista: las casas pintadas en tonos vivos nos hacen sonreír nada más verlas, y el contraste con el mar azul es simplemente espectacular. Paseando por el paseo marítimo sentimos un aire tranquilo, más relajado que en otras zonas, y nos encanta poder disfrutar del Mediterráneo sin prisas.

Nos metimos por sus calles estrechas y empedradas, y es como si cada esquina nos contara un pedazo de historia: fachadas llenas de detalles, balcones floridos y pequeñas tiendas que nos invitan a curiosear. 


FUENTES DEL ALGAR

“En las Fuentes del Algar nos metimos en el agua, reímos como niños y dejamos que la naturaleza nos diera un respiro del día a día.”

Cuando llegamos a las Fuentes del Algar, lo primero que nos sorprendió fue el sonido del agua: un murmullo constante que nos daba la bienvenida y nos hacía olvidar el ruido de la ciudad. Caminamos por los senderos rodeados de vegetación y pronto nos encontramos con las primeras cascadas y piscinas naturales, que parecían sacadas de una postal.

Nopudimos resistirnos a meternos en el agua cristalina; la temperatura nos despertó al instante, pero la sensación de estar en pleno contacto con la naturaleza nos encantó. Entre chapuzones y risas, fuimos descubriendo rincones escondidos, pequeñas cascadas y pozas donde nos sentíamos completamente solos, aunque había más visitantes disfrutando como nosotros.

Nos tomamos un rato para descansar, sentados en las rocas y admirando cómo el agua caía formando remolinos y destellos al sol. Incluso sacamos algunas fotos, pero también quisimos guardar algunos momentos solo para nosotros, sin filtros ni pantallas de por medio.

Al final de la visita nos dimos cuenta de que estas fuentes no son solo un lugar para bañarse: son un sitio que nos invita a desconectar, respirar profundo y disfrutar de la naturaleza de una forma sencilla pero intensa. Cada cascada, cada charco de agua cristalina, nos dejó con ganas de quedarnos un poco más.


GUADALEST

“En Guadalest, cada calle nos sorprende y las vistas nos dejan sin palabras.”

Cuando llegamos a Guadalest, lo primero que nos sorprendió fue lo pequeño y encantador que es. Pasear por sus callecitas empedradas nos hacía sentir que habíamos viajado en el tiempo: cada rincón tenía algo que contar, desde las fachadas de las casas hasta los balcones repletos de flores.

Subimos hasta el castillo y, al asomarnos, nos quedamos sin aliento. La vista del valle y el embalse es impresionante: parece que todo el pueblo se acurruca alrededor de la montaña y nosotros estamos justo en el corazón de la panorámica. Nos quedamos un buen rato admirando el paisaje, haciendo fotos y simplemente disfrutando del momento.

Nos detuvimos en alguna tienda pequeña y en los cafés del centro, donde probamos productos locales y aprovechamos para descansar un poco antes de seguir explorando. Cada paso nos hacía descubrir detalles que nos encantaban: artesanía, pequeñas plazas y miradores secretos que nos invitaban a detenernos.


ELCHE

“En Elche, sus palmeras y su encanto tranquilo, te hace viajar" 

Hace unos años fui a Elche y todavía recuerdo lo mucho que me sorprendió. Desde el primer momento me atrapó el verde intenso de sus palmeras, que parecen formar un bosque en medio de la ciudad. Pasear por las calles tranquilas fue un verdadero placer: cada rincón tenía su propio encanto, desde plazas pequeñas hasta fachadas con historia que me invitaban a detenerme y mirar con calma.

Me subí a algunos miradores y disfruté de la vista del Palmeral extendiéndose a lo lejos; era como estar en un oasis dentro de la ciudad.

Cuando fui a ver la Dama de Elche, me quedé impresionada al instante. Aunque solo es una escultura, transmite una fuerza y un misterio que me atrapó desde el primer momento.

Me tome mi tiempo para observarla y tratar de imaginar cómo sería la vida en aquella época y el papel de la mujer que representaba. Cada pequeño detalle me hacía apreciar aún más la habilidad y el arte de los antiguos íberos.

Abandonamos la provincia, con una impresion muy satisfactoria, disfrutamos de ella y nos ofreció lugares de calma y otros de mucha diversión. Y Unas vistas impresionantes del mediterraneo. Sabemos que hay mucho por ver y por ello esperamos volver en otra ocasión y seguir disfrutando de esta bella zona. 😜