PUEBLOS GIRÓNA
"Los pueblos de Girona nos seducen con su luz, sus colores y la esencia catalana más genuina.”
FIGUERES
"En Figueres nos dejamos sorprender por arte, historia y la magia de Dalí en su museo surrealista.”
En nuestro recorrido por el norte de Girona hicimos una parada en Figueres, una ciudad conocida mundialmente por ser la cuna de Salvador Dalí. Lo primero que visitamos fue el Teatro-Museo Dalí, un lugar que no es solo un museo, sino una experiencia surrealista en toda regla. Cada sala nos sorprendía con obras, objetos y montajes que parecían sacados de un sueño, y nos divertimos intentando descifrar los detalles y simbolismos que Dalí dejó en cada rincón.
No te pierdas la visita a este museo es espectacular.
Después, dimos un paseo por el centro histórico, con sus calles llenas de vida, plazas animadas y terrazas donde apetece sentarse a tomar algo o a disfrutar de los productos locales.
Figueres nos dejó la sensación de ser una ciudad vibrante, con un toque artístico que la hace diferente a cualquier otra en la región.
Figueres es un pueblo que volveremos para seguir explorando. Ya que esta visita la centramos en Dalí.
BANYOLES
“En Banyoles disfrutamos de la tranquilidad del lago y paseos entre naturaleza e historia.”
Hicimos también una parada en Banyoles, famosa por su lago, el más grande de Cataluña. Nada más llegar, nos acercamos a su orilla y quedamos hipnotizados por el reflejo de las montañas y las nubes en el agua tranquila. El paseo que rodea el lago es perfecto para caminar sin prisas, hacer fotos y disfrutar de la calma que transmite el paisaje.
Mientras avanzábamos, descubrimos las pesqueras, pequeñas casitas blancas junto al agua, antiguamente usadas para guardar barcas y pescar, que hoy son parte del encanto del lugar.
Un lugar tranquilo para una excursión de día.
PERALADA
“En Peralada nos dejamos seducir por su castillo, jardines y la tradición vinícola del Empordà.”
Nuestra ruta por el Alt Empordà nos llevó hasta Peralada, un pueblo que respira elegancia e historia a partes iguales. Pasear por sus calles empedradas fue como entrar en una postal: casas de piedra perfectamente conservadas, plazas con encanto y rincones donde el tiempo parece ir más despacio.
.Entre visita y visita, encontramos pequeñas bodegas y tiendas gourmet donde tentarse con vinos del Empordà y quesos artesanos, perfectos para llevarse un trocito del viaje a casa.
En Peralada, la joya indiscutible es su castillo, una fortaleza que parece salida de un cuento. Al acercarnos, las torres redondas y cubiertas de hiedra nos dieron la bienvenida, y el foso, ahora convertido en un jardín, nos recordó su origen medieval.
Recorrimos el parque que lo rodea, con senderos arbolados, estanques y rincones perfectos para detenerse a disfrutar del silencio. Dentro, el castillo guarda varias sorpresas: el famoso Casino de Peralada, elegante y lleno de historia.
Nos imaginamos cómo sería la vida aquí siglos atrás, con banquetes en el gran salón y paseos por los jardines al atardecer. Hoy, el castillo sigue siendo un lugar vivo, sede de eventos culturales y del conocido Festival de Peralada, que en verano llena sus muros de música y arte.
MONELLS
“En Monells caminamos por calles que parecen sacadas de una película, conservando todo el encanto medieval del Baix Empordà".
Es un pueblo que parece detenido en la Edad Media. Entrar en sus calles empedradas fue como retroceder siglos atrás: arcos de piedra, casas con balcones de hierro forjado y pequeñas plazas que invitan a quedarse un rato.
La Plaça Jaume I es el corazón del pueblo y uno de los lugares más bonitos que hemos visto en la zona. Rodeada de soportales y fachadas históricas, transmite una calma especial.
Un detalle curioso, es que aquí se rodaron varias escenas de la película Ocho apellidos catalanes.
Paseamos sin rumbo, siguiendo callejuelas estrechas que desembocaban en rincones llenos de flores, y cada esquina nos regalaba una nueva postal. Es un lugar pequeño, pero con una atmósfera que enamora.
PERATALLADA
“En Peratallada nos perdemos entre calles empedradas y murallas medievales que parecen detenidas en el tiempo.”
En nuestro recorrido por los pueblos medievales del Baix Empordà, Peratallada fue una de las paradas más especiales. Cruzar sus murallas es como viajar directamente a la Edad Media: calles estrechas y empedradas, casas de piedra con enredaderas y plazas pequeñas que parecen pensadas para detenerse y disfrutar del momento.
Nos perdimos entre pasadizos cubiertos, portales de arco y fachadas que conservan escudos y detalles de siglos pasados. La Plaça de les Voltes, con sus soportales y ambiente tranquilo, nos atrapó un buen rato; nos sentamos a tomar algo mientras observábamos cómo la luz cambiaba sobre las piedras doradas.
Cada rincón de Peratallada es fotogénico, y pasear por él sin prisa fue como caminar por un decorado perfecto, solo que aquí todo es auténtico. Además, encontramos pequeñas tiendas de artesanía y restaurantes que ofrecen cocina local, perfectos para saborear productos del Empordà.
Peratallada nos dejó esa sensación mágica de los lugares que parecen ajenos al paso del tiempo, y que invitan a volver una y otra vez.
PALAU-SATOR
"Palau-Sator: pequeño en tamaño, gigante en encanto"
En nuestra ruta por los pueblos medievales del Empordà hicimos una parada en Palau-Sator, un rincón que, aunque pequeño, nos sorprendió por su encanto. Nada más llegar, nos encontramos con la Torre de las Horas, la antigua puerta de entrada a la villa amurallada, que ya nos adelantaba que estábamos a punto de viajar varios siglos atrás.
Palau-Sator conserva perfectamente su trazado medieval: calles estrechas, casas de piedra y murallas que parecen susurrar historias del pasado. Pasear sin prisa por sus callejuelas fue como recorrer un escenario de cuento, donde cada rincón invitaba a sacar la cámara.
Lo que más nos gustó es que, a diferencia de otros pueblos más turísticos, aquí se respira una calma especial. No hay prisa, no hay multitudes, solo el sonido de nuestros pasos y la sensación de estar dentro de una postal.
Sin duda, fue una de esas paradas que demuestran que a veces los lugares más pequeños son los que más magia esconden.
PALS
“En Pals caminamos por calles empedradas y torres medievales mientras admiramos el encanto del Baix Empordà.”
Nuestra ruta por los pueblos medievales del Baix Empordà terminó en Pals, y no se nos ocurre un lugar mejor para poner el broche final. Subimos por sus calles empedradas, flanqueadas por casas de piedra dorada y balcones con flores, hasta llegar al Mirador de Josep Pla, desde donde las vistas a los campos y al mar nos dejaron sin palabras.
El casco antiguo conserva su muralla medieval casi intacta, y caminar junto a ella fue como retroceder varios siglos. La Torre de las Horas, esbelta y elegante, se alza como el símbolo del pueblo y nos acompañó en cada paso.
Pasear por Pals fue un festival de rincones fotogénicos: arcos de medio punto, pasadizos cubiertos y plazas donde apetece sentarse a ver la vida pasar.
Pals nos despidió con esa mezcla de historia, paisaje y sabor que hace que uno se marche pensando en volver.
CASTELLÓ D'EMPURIES
“En Castelló d’Empúries descubrimos historia, patrimonio gótico y la esencia del Empordà más auténtico.”
un pueblo que en la Edad Media fue capital del condado, y que todavía conserva ese aire señorial. Pasear por sus calles es descubrir un pasado lleno de historia, con edificios que parecen susurrar viejas historias a quien sabe escucharlas.
La gran protagonista es la Basílica de Santa María, conocida como la “catedral del Empordà” por su tamaño y majestuosidad. Su fachada gótica nos impresionó nada más verla, y dentro, la altura de la nave y la luz que se filtra por las vidrieras crean una atmósfera única.
Seguimos caminando por el casco antiguo, cruzando arcos de piedra y plazas tranquilas.
Castelló d’Empúries nos dejó la sensación de ser un lugar vivo, donde el presente y el pasado conviven en perfecta armonía.
CASTELL D'ARO
“En Castell d’Aro disfrutamos de su combinación de historia medieval, calles pintorescas y ambiente costero cercano.”
Es un pequeño núcleo medieval que nos sorprendió por lo bien conservado que está. Pasear por sus calles empedradas fue como entrar en otra época: casas de piedra con ventanas pequeñas, portones de madera y balcones llenos de flores.
El corazón del pueblo es el Castillo de Benedormiens, una fortaleza del siglo XI que domina la plaza principal. Hoy alberga exposiciones y actividades culturales, pero aún conserva su aire de antigua fortificación.
También visitamos la Iglesia de Santa María, justo al lado del castillo, y nos dejamos llevar por el encanto tranquilo de este conjunto histórico. El contraste con las zonas costeras más turísticas fue un soplo de aire fresco: aquí, todo invita a pasear despacio y a fijarse en los detalles.
Castell d’Aro nos demostró que, incluso en una zona tan conocida por sus playas, la historia y el encanto medieval están muy presentes si uno sabe dónde buscar.
Desde sus miradores puedes observar a lo lejos las playas de la costa brava. Subir vale mucho la pena.
¿POR QUÉ RECOMENDAMOS VISITAR LOS PUEBLOS MEDIEVALES DE GIRONA?
Recomendamos esta ruta porque combina lo mejor de Girona: la magia de los pueblos medievales, donde cada calle parece contar una historia; la serenidad del lago de Banyoles, que invita a desconectar; y el arte vibrante de Figueres, cuna de Salvador Dalí.
Esta zona para nosotros es de fácil acceso, así que seguiremos visitándola y por supuesto contándolo. ¿Te lo vas a perder?